Amor líquido: Loco por ella, Will Speck
The switch: Josh Gordon y Will Speck. Bona Fide Productions. 2010. 101 min.
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Kassie (Jennifer Aniston) resuelve que es tiempo de tener un hijo a pesar de no contar con pareja. Liberada de toda imposición “natural y machista” apela a la tecnología para inseminarse artificialmente, y así, en su afán de completar puntualmente el schedule que ha hecho de su vida, hace cómplice de la –penosa– farsa a su mejor amigo Wally (Jason Bateman), un neurótico analista de finanzas quien a su vez es incapaz de expresar el amor que siente por ella. Finalmente la cinta encuentra su nudo cuando este, en el colmo de la frustración, reemplaza con su semen al que estaba destinado a convertirse en materia prima de maternidad. De esta siniestra manera el amor se torna en líquido.
Mas allá de la película en sí, que –como ya habrá advertido el lector- constituye una de las más deficientes muestras del empalagoso genero conocido por todos como comedia romántica, quisiera detenerme en un concepto que –de forma muy deportiva- se posaba en los labios de los protagonistas: conexión amorosa. Tal como lo señala el filosofo polaco Zigmunt Bauman en su libro Amor Líquido (2003) la noción de relación amorosa (e incluso el mismo término) ha sido relegado por el de conexión. Este alude a que el frenético ritmo de consumo/producción de la sociedad de mercado ha degenerado nuestros vínculos personales al tratar al otro, ya sea amante o prójimo, como una mercancía más de la que puedes desprenderte, desechar, desconectar con cierta facilidad. «Vivir juntos –por ejemplo—adquiere el atractivo del que carecen los vínculos de afinidad. Sus intenciones son modestas, no se hacen promesas, y las declaraciones, cuando existen, no son solemnes, ni están acompañadas por música de cuerda ni manos enlazadas. Casi nunca hay una congregación como testigo y tampoco ningún plenipotenciario del cielo para consagrar la unión. Uno pide menos, se conforma con menos y, por lo tanto, hay una hipoteca menor para pagar, y el plazo del pago es menos desalentador»[1]. La relación amorosa se acaba al hacer un click en el skype, convirtiéndose así en frágil conexión.
Finalmente rescatamos la actuación de Jeff Goldblum quien, en medio de soporíferos clichés, logró más de una vez arrancarnos una sonrisa. Y con una frase de Bauman, tan obvia que es necesario repetirla hasta al cansancio, concluimos: «Antes… antes se amaba mucho mejor».
(I Palmas fraternales)
[1] BAUMAN, Zygmunt. (2005) Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Fondo de Cultura Económica, Madrid. P. 48
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