De cuando Tornatore conoció a Fellini: Todos están
bien, de Giuseppe Tornatore
Giuseppe Tornatore: Stanno tutti bene, Erre Produzioni - Les
Films Ariane, Italia, 1990. 118 min.
Hablar de pasiones exige
pasión, y estas líneas están referidas a los dos directores –nacidos en Italia–
más queridos para el que las escribe. Traducir en ellas algo más que la
devoción y gratitud profesada hacia estos dos íconos de la cinematografía es
quizás una tarea imposible. Sin embargo, invitar al lector a disfrutar de este
film hará las veces de un necesario homenaje. Así pues, en “Todos estamos bien” podremos apreciar lo mejor del estilo del
gigante de Rímini –Federico Fellini– y del más importante director siciliano de
todos los tiempos: Giuseppe Tornatore.
Conocido por su obra
maestra: “Cinema Paradiso” (1987)
–dirigida y escrita con tan sólo 31 años, y que constituye a decir de muchos el
más emotivo y bello homenaje que ha producido el cine sobre sí mismo–,
Tornatore es considerado como una de las figuras más importantes del actual
cine europeo, como atestigua su más reciente película, la laureada “La mejor oferta” (2013), protagonizada
por Geoffrey Rush y Donald Sutherland.
Genio del melodrama, destila una exquisita ternura cada una de sus cintas,
haciéndonos cómplices de los más íntimos sucesos de su propia vida. Artífice de
una filmografía esencialmente autobiográfica, se convertirá también en un
vehemente cronista de su natal Sicilia, buscando retratar en sus películas el
alma misma de su pueblo. Humana, profundamente humana, es la única definición
que cabe para la obra de Tornatore; aquella que desborda humor, dolor y
nostalgia como nadie antes había retratado.
Entre sus obras más
representativas podemos citar a “Il
Camorrista” (1986), poderosa descripción de la mafia napolitana y ópera
prima del realizador; “El hombre de las
estrellas” (1995); “Malena” (2000)
y “Baaria” (2008), en las que vuelve
una vez más la vista a Sicilia uniendo magistralmente el melodrama y la épica;
y “La leyenda de 1900” (1998), exquisita
producción ítalo-americana que viene siendo una de las mejores películas de la
pasada década en dicho país.
No obstante existe una cinta
muy particular en su corta –pero sustanciosa– filmografía; una película que
manteniendo su particular vena nostálgica mantendrá un singular contrapunto con
la obra de un genio del cine mundial: Federico Fellini. Así pues, en “Stanno tutti bene”, la fantasía y el desborde onírico tan propio de
éste director encontrará cabida en la emotiva senda que Tornatore nos ha venido
trazando. Las coloridas imágenes y fantasiosas situaciones –presentadas a la
vez por un extraordinario e inusual manejo de fotografía– serán incorporadas al
film, en directo diálogo con films memorables como “8 y ½” (1963) y “La dolce
vita” (1960). Algo más: el actor felliniano por excelencia, Marcello
Mastroianni (algunos años más viejo), será el protagonista y el alma de una
historia en la que el ensueño –esa buena conocida de Fellini– tendrá un lugar
preponderante.
“Están todos bien” da cuenta de la historia de Matteo
Scuro, un funcionario público jubilado que, viéndose alejado de la compañía de
sus hijos abandonará el hogar familiar en Sicilia en su busca, para ir por las
ciudades más representativas de la península. Así pues, tras las huellas de su
familia recorrerá Nápoles, Roma, Florencia, Milán y Turín, con el propósito de
visitar a aquellos que, supuestamente, ocupaban los más destacados puestos
políticos, artísticos y musicales de la nación. Como será evidente, el
orgulloso padre deberá sufrir el desencanto, para luego –y echando mano de una
buena dosis de humor– adaptarse a la vida retirada y oscura de los ancianos.
“Están todos bien” ha merecido una
versión norteamericana protagonizada por Robert de Niro: “Everybody's Fine” (2009); versión que sin ser mala pierde mucho al
ser “traducida” a la sensibilidad estadounidense. Y es que el ethos de un pueblo es intraducible, y
debe beberse de la fuente misma de su ser: su lengua, su arte, su particular pasión.
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