Un gran suspiro (azul): Los Pitufos, Raja Gosnell
The Smurfs: Raja Gosnell. The Kerner Entertainment Company, Sony Pictures Animation. 2011. 102 min.
A pesar que en Europa y EEUU la asistencia a las salas 3D ha decaído tanto como la aprobación a la gestión edil, y ya que las modas en nuestro país parecen estar regidas por el calendario judicial, esta semana no hubo mejor opción que pasar –y de una vez por todas- por el espectáculo tridimensional con ocasión del estreno de Los Pitufos.
Siempre acosados por el -no tan- cruel y malvado Gargamel y su fiel compañero Azrrael, The Smurfs, recrea un capítulo más de la vida de los pequeños suspiritos azules. Contándose entre una de las tantas atracciones infantiles que atiborran la cartelera local, y fuera de introducirnos a algunos personajes más de la historieta y narrar algunos pasajes inexplicables en la vida de estos mágicos seres (tales como su origen mitológico belga, su enigmática conducta sexual y demás extraños hábitos azules), la película no brinda ningún interés y es ciertamente mala. Las representaciones de los personajes no-virtuales dejan mucho que desear. En el caso particular de Jayma Mays –la esposa de Patrick Harris en el film–, una actuación extremadamente infantil deja por default a Pitufina como una candidata al Premio Nobel de Física, consagrando así a la actriz de carne y hueso como un hermoso ejemplar de vegetal anaranjado.
La experiencia que cabe relatar en esta ocasión, tomando por excusa a Los Pitufos, es la visita a una sala 3D. Más allá de lo innovador o divertido que pueda ser someterse a una sesión 3D, resulta obvio que avocarse a este tipo de proyecciones implica restringir el cine a la ficción o el género infantil, pues es evidentemente inútil exponerse a los mareos que causan estos malabares visuales en un drama de buen temple; y es que nadie puede soportar asistir una vez por semana a los “Juegos Mecánicos”.
Más allá de esto, un sutil razonamiento permitirá concluir que la paupérrima cultura cinematográfica en nuestro continente se puede estancar completamente, incorporando de manera definitiva en nuestras mentes el paradigma que el cine es: “mero entretenimiento visual -esta vez funambulesco-, sin ninguna pretensión de trascendencia estética”.
(1/2I Palmas fraternales)
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