El instinto (según lo) estético: Bestias del Sur Salvaje, de Benh Zeitlin.
Benh Zeitlin: Beasts of the Southern Wild, Cinereach, Court 13,
Eastern Effects, Journeyman Pictures, Kenneth Rainin Foundation, NHK
International Filmmakers Award, Rooftop Filmmakers Fund, San Francisco Film
Society, Sundance. EEUU.
91 min. 2011.
Está en cuestión si el arte imita a la realidad
o si crea una realidad autónoma. Esto nunca lo sabremos. Sin embargo nos
atrevemos a expresar que el buen arte crea un pequeño universo, un complejo espectro
de emociones y sensaciones que se cierra en sí mismo; sin embargo el arte
considerado universal, las obras maestras en el pleno sentido de la palabra dan
cuenta de una porción de la Realidad –para gran pesar de las subjetivistas– aquella
que con “r” mayúscula nos abarca a todos y a todo. Luego de haber dicho esto,
quizás, y no sin audacia, podremos calificar la película que nos ocupa como un
sutil pero destellante reflejo de lo que en verdad es.
Estamos muy acostumbrados a que Hollywood nos
presente una cara muy amable sobre la realidad americana. Un semblante lleno de
optimismo e ilusión, a veces tamizado por una desgracia nacional o individualmente
estereotípica, pero que siempre encuentra un rumbo más o menos satisfactorio.
¿Qué sensación nos deja estas cintas? ¿Cierto desencanto mezclado con
incredulidad? Es en este sentido que, en las antípodas de la ganadora del Oscar
2013: el mamotreto efectista llamado Argo
(2012), el grupo Court 13–conjunto de cineastas independientes liderados en
esta oportunidad por Benh Zeitlin– produce la tiernamente descarnada Bestias del sur salvaje (2011), un
retrato pleno de emoción y carácter que nos introduce en un ámbito pocas veces
visto –¿demasiado pudor, demasiada confianza?– del país del norte. En la cinta
vemos como en una marisma en el sur de los EEUU se congrega gran parte del excedente
social (White trash, afroamericanos
marginados, huérfanos y bebedores), quienes ocupan el lugar ilegalmente exponiendo
incluso sus propias vidas. Allí vive Hushpuppy
–quien es caracterizada por la nominada al Oscar con tan solo 9 años de edad, Quvenzhané
Wallis– una niña que sin abandonar los miedos e ilusiones propias de su edad se
enfrenta a un proceso de maduración acelerada, provocada por el hostil medio en
el que vive.
Más allá de todo
patetismo, Beasts of the Southern Wild
nos sumerge en una relato de una vitalidad y esperanza desbordante, una historia
donde la sencillez de la naturaleza –simplificada adecuadamente bajo la imagen
de una “bestia” en el film– adosada en
lo más íntimo del individuo permite que el ser humano viva con plenitud y
envidiable conciencia una ambiente duro hasta el hartazgo.
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