Excelencia
convencional: Escándalo Americano, de David O. Russell
David O. Russell: American hustle. Annapurna
Pictures, Atlas Entertainment. USA. 2013. 129 min.
Como antesala del Oscar se exhibe en nuestra ciudad una favorita a
llevarse el premio grande: Escándalo
Americano (2013) de David O. Russell. Con gran gasto de producción y
marcado acento hollywodense, este film está más que en carrera para obtener la
mayor presea del cine norteamericano teniendo por único rival al El lobo de Wall Street (2013), film que
comentamos anteriormente. Una producción que a nuestro juicio, y no sin cierto
dejo de paradoja, resulta ser –precisamente– la otra cara de la moneda del
último film de Scorsese.
Irving Rosenfeld (Christian Bale) es un empresario cincuentón que se ha
abierto camino mediante la especulación y –sobre todo– la estafa. Vive una
tediosa existencia con su desequilibrada esposa (Jenniffer Lawrence) y él hijo
de ésta, a quien quiere como si fuera el suyo. En su camino se cruzará Sydney
Prosser (Amy Adams), quien también hastiada de sí misma inicia una nueva y
fraudulenta vida como amante y socia de Rosenfeld. Poco después, luego de caer
en manos del FBI, se verán envueltos en una compleja trama de mentiras y
corrupción para poder así salvar su libertad.
Escándalo Americano es un film eficaz. Gracias a un buen despliegue de
vestuario, escenografía y maquillaje nos presenta vívidamente un bosquejo de la
sociedad norteamericana de a finales de los setenta. Un interesante guion será
soportado por una pulcra dirección y una excelente edición; historia que a la
vez se asentará en las soberbias actuaciones de Bale, Adams y Lawrence. Todo
esto resultará en una buena película, pero que sin embargo no sale de lo
convencional. Sin presentar una propuesta novedosa o desafiante, este film tiene
expedito su camino a alcanzar el Premio de la Academia justamente por ajustarse
al gusto y el discurso de la industria. Así pues, a diferencia del film de
Scorsese, Escandalo Americano no es
un film de autor; en esta película no se podrá identificar una propuesta o
estilo particular, reduciéndose a un producto estándar; a una cinta que se
agota en el simple hecho de relatar una trama.
En la primera escena del film vemos cómo un demacrado y barrigón Christian
Bale busca cubrir su prominente calva luego de pasarse sendos minutos en un
complicado tratamiento capilar. Esta será la primera pista sobre el tenor de esta
obra: La mentira. En el sofisticado mundo de los EEUU de a fines de los 70’ el ciudadano
promedio se verá obligado a reinventarse constantemente para sobrevivir. La
excéntrica moda y el desbordado arte de aquella época serán producto de una sociedad
aparentemente opulenta que impondrá sus exagerados estándares –con despiadado
rigor– a sus cada vez más voraces ciudadanos. Como es lógico, todo esto
terminará provocando una fatal crisis de identidad que sumirá a todos los que
la sufren en un tedio insuperable. La mentira luego se convertirá en el
elemento sin el cual ningún personaje –políticos, mafiosos, empresarios y
policías– pueden vivir. El tema tratado por esta obra no es original, muchas
otros filmes lo han tocado con mayor acierto. Sin embargo vale la pena analizar
cómo es abordado y qué discurso se deriva de él.
En la película observamos cómo el personaje principal del drama logra
legitimar sus –muchas veces– inmorales actos mediante su propia mentira,
elevando la propia condición de deshonestidad al nivel de virtud. Se desprende
de la película, que los “valores” norteamericanos, tales como el tesón, la
devoción al trabajo y la capacidad de adaptación para lograr el éxito, pueden superponerse
con éxito a los dilemas éticos que puedan provocar; esto se puede observar en
numerosas secuencias del film. De otro lado, y como mecanismo de justificación
del american way of life, la forma de
vida americana será contrapuesta con los valores tradicionales de occidente,
como son la familia, la patria y la ley. Estos ideales estarán personificados
–de manera caricaturesca- por el personaje más odioso del film: un policía
católico obsesionado por imponer la legalidad, que secretamente esconde una
poderosa admiración por los individuos a quien persigue. Obviamente según lo
planteado por este film, la ética del oportunismo y falsedad estarán por encima
de cualquier otro código moral, ya que –según la película– además del hecho de
que todos mienten y esconden algo, las relaciones humanas que son sostenidas
por esta ética del engaño –aunque disfuncionales– estarán marcadas por la
espontaneidad y el deseo, garantías ambas de una relación verdadera según la
particular visión yankee.
Como se advierte este film planteará una visión de los EEUU que se
encuentra en las antípodas de la filmografía de Scorsese, incluyendo El Lobo de Wall Street; obras que nos
muestran una Norteamérica descompuesta justamente por aquellos ideales y
valores que la han inspirado. Será evidente luego, que la chances de Escándalo Americano de ganar el Oscar se
multiplican en relación a su rival justamente por el discurso oficial que
promueve.
Más allá de lo dicho, y fuera de las personales apreciaciones que se
puedan hacer sobre films que arriesgan y proponen postulados heterodoxos y
aquellos que siguen fórmulas exitosas, Escandalo
Americano es una película digna de verse y disfrutarse. La caracterización
de Bale es simplemente sorprendente, y la belleza de sus co-protagonistas no
deja de ser remarcable. Un buen pretexto para una tarde de cine este fin de
semana.
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