miércoles, 8 de junio de 2016

Del cine a la hora del lonchecito: Locos de Amor

Del cine a la hora del lonchecito: Locos de Amor, de Frank Pérez-Garland. 
Frank Pérez-GarlandLocos de amor. Tondero. Perú. 2016. 110 min.



Hace algún tiempo ya, cuando gozaba de un tiempo libre que más parecía ocioso, naufragando en la web junto a un querido amigo, hubimos de toparnos con el video completo del Primer Congreso del Partido Comunista del Perú – Sendero Luminoso, allá por el año 89’. Ante nosotros aparecieron esas imágenes tan recordadas en las que Abimael baila “Zorba el griego” mientras arranca suspiros y sonrisitas a sus encandiladas camaradas. Sin embargo, más absurda que esa escena –tan dolorosamente viva en la memoria colectiva del Perú– resultan lo tres minutos anteriores: apreciamos a un Abimael Guzmán que, muy afanoso, posa ante las cámaras entre hoces y martillos de papel lustre mientras, a lo lejos se escuchan las tonadas del hit romántico de Yordano di Marzo: “Locos de Amor”.  Mientras observábamos asombrados como el capo terrorista se deleitaba con las tiernas notas de la canción, mi amigo, en un inusitado rapto de inspiración, exclamaría: “Verdaderamente estos eran unos locos de amor”.

Y es que en las precedentes líneas se comprueba una vez más una tesis que por mucho tiempo había venido madurando en mi mente: Si existe algo como un síndrome nacional del que pocos son inmunes, esta es la música romántica. Las innumerables –y exitosas– emisoras que están consagradas a los edulcorados géneros de 70’ y 80’; el inusitado éxito en nuestro país de melosos nuevaoleros extranjeros que resultan desconocidos en sus propias tierras; la proliferación imitadores de baladistas de la que hacen gala los programas de televisión, son algunas muestras de aquello. El peruano es, en definitiva, un tipo sentimental. Terriblemente sentimental. Y la música romántica es una de nuestras enseñas y a la vez la maestra de una nueva generación de románticos empedernidos. Y es que no podemos escapar a ella, nos persigue en el transporte público, en la sala de espera de un juzgado, en el consultorio del dentista. Todos están locos de amor.   

Justamente, luego de sonados fracasos, la producción nacional ha logrado un acierto al tener en cuenta esta lección. Apartándose por fin de las consabidas fórmulas cinematográficas nacionales: brutal realismo urbano; fracasado derroche de exotismo en clave de “grandes autores”; vulgaridad y chiste fácil con ínfulas de obra artística, Bruno Ascenso y Mariana Silva han apostado por un ligero musical, sin ninguna pretensión, en el que se explota la vocación sentimental de un pueblo. “Locos de amor”, cultura radial peruana llevada al paroxismo, nos presenta cuatro cómicas historias de amores y desamores en el seno de una familia limeña de clase media. Rodada casi íntegramente en la Residencial San Felipe, el film nos ofrece algo totalmente diferente de lo que tondero nos vino mostrando últimamente, integrando hilaridad, música y romance.

La película acierta, justamente donde muchas del medio fallaron. Apuesta por lo simple, cuidando los detalles como la fotografía, el ritmo, la coreografía; y manteniendo lo bueno como las actuaciones de Giovanni Ciccia, Rossana Fernández Maldonado, Gianella Neyra, Lorena Caravedo, etc. Los personajes, familiares y bien logrados, logran todo su efecto: la identificación plena.  

Vale la pena ser vista. Vale la pena, luego, reconocerse en el inconsciente colectivo y reconocerse, sin querer, tarareando una canción que, en otras circunstancias, negaría públicamente conocer. A más de un «exquisito melómano» o «sofisticado hipster» le pesará saber que en lo profundo de su bien educado oído –y corazón– resuena una canción tan populachera como seductora.

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