“Flama Olímpica”: Carros de Fuego, de Hugh
Hudson.
Hugh Hudson: Charriots of Fire, 20th Century Fox,
Allied Stars, Enigma Productions. UK. 123.
min. 1981.
En 1981 se estrenaría uno de los films
deportivos más recordados de todos los tiempos, la ganadora del Oscar: “Carros
de fuego”. Película que ha cobrado notable protagonismo en la reciente
coyuntura olímpica. Sin embargo, ¿por qué se considera como tal a esta cinta? Trataremos
de resolver esa pregunta.
Llevar un tema –el deporte- que es usualmente
débil y muchas veces llevado a la superficialidad, hasta a niveles estéticos aceptables, es una
verdadera proeza. Conocemos muchos otros fallidos ejemplos en este género, en
los que los malabares deportivos opacan la –a veces inexistente- línea
argumental. A excepción de la críptica Olimpia (1938), interesante muestra de
la propaganda cinematográfica nazi, films como The Longest Yard (1974) y Victory
(1981) dan cuenta de esto último; teniendo así que esperar hasta Charriots of Fire (1981) para que una
película sobre las olimpiadas se suba al podio.
De otro lado, Hudson, echando mano a un sencillo
guión, pero mediante una delicada realización, logra sumergirnos en la vida de
un puñado de jóvenes universitarios británicos, que busca terciar su destino
en los Juegos Olímpicos de 1924, en el Paris
de la post-guerra. Ante nuestros ojos emerge una historia sólida, emotiva, y
sobre todo cautivante para el espectador. La forma en que se estructura la
historia, en tanto ritmo y orden de las secuencias, le confiere un particular
pulso al film, al mismo tiempo que realza los mayores aciertos de la película:
el vestuario, la escenografía y la memorable música de Vangelis Papathnassiou.
Estamos, en suma, ante una delicada película, que abunda en detalles exquisitos
al ojo y al oído, fundiéndonos –quizás sin quererlo- en aquel caballeroso
espíritu de competencia que caracterizaba –y caracteriza- a los Juegos Olímpicos.
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