La
emancipación del celuloide: La aventura, de Michelangelo Antonioni.
Michelangelo Antonioni: L’Avventura. PCE. Italia,
Francia. 1960. 145 min.
“L’Avventura, de Michelangelo Antonioni
[constituye] el momento memorable en el que el cine le dice a la novela: a un
lado compañera, yo también puedo contar”. Así describe Cabrera Infante a una de
las películas más controversiales de todos los tiempos. Estrenada en 1960, esta co-producción
ítalo-francesa despertó el interés –sea para alabarla, o para escarnecerla- en todo
el mundo. Ya desde el inicio el film generó opiniones encontradas, detractores
y apologistas. Debutar en Cannes entre pifias y abandonos masivos de la sala, para
luego recibir el Premio Especial del Jurado días después, dan cuenta de ello. A
más de medio siglo de distancia la balanza parece haberse inclinado
definitivamente del lado de la admiración. De otro lado, y para sorpresa
nuestra, la cinta parecerá tremendamente convencional a primera vista, a pesar
de todo el polvo levantado. Allí radicará su más grande acierto; sabemos pues
que las más grandes revoluciones se hacen con sordina.
Así
pues, si sus colegas más talentosos desafiaban al de entonces, haciendo uso de
los más estrambóticos medios y delirantes requiebres visuales; Antonioni asestó
el golpe maestro y, con parsimoniosa y firme mano, obtuvo para el cine (que
hasta entonces vivía bajo la odiosa tutela sus hermanas mayores: la novela, la
música y/o el teatro) la tan ansiada
mayoría de edad.
La
cinta discurre enteramente en un viaje de placer al sur de Italia. Una
adinerada pareja –Sandro y Claudia– sufre los embates (silenciosos, mas
incontenibles) del hartazgo y del aburrimiento, mientras ambos recorren las
islas sicilianas. A una vida sin complicaciones le seguirá, luego, una
existencia insoportable, el malestar propio de una pareja sin arraigo. El film,
dando cuenta de una realidad desasida de cualquier obligación (que no sea para
con sus satisfechos apetitos) representará a cabalidad la angustia que deviene
del tedio. Monocorde, repetitiva, muchas veces tediosa; sin echar mano a
diálogos o elementos externos, esta obra maestra, fundará uno de los más
grandes hitos en la historia de la cinematografía. Mediante unas secuencias
visuales que son -a estas alturas- ya clásicas (resaltando la profundidad y
amplitud de las tomas), y gracias a un
impecable manejo del silencio y el ritmo; donde nada ocurría
aparentemente -ausencia de diálogos, ningún giro en la trama-, brotará ante
nuestros ojos un inquietante drama, trazado hasta en los más íntimos detalles. Toda
la gravedad del silencio y la lacónica majestad del Mediterráneo, recrearán
pincelada a pincelada, los recónditos paisajes del alma humana.
No hay comentarios:
Publicar un comentario