martes, 4 de junio de 2013

Lujurioso entremés: Las edades del amor.

Lujurioso entremés: Las edades del amor, de Giovanni Veronesi.
Manuale d’amore 3: Giovanni Veronesi. Filmauro. Italia. 2011. 125 min. 




La picaresca, si bien constituye un género universal, sentará su plaza fuerte en los países latinos y muy especialmente en Italia, cuna del Humanismo y del Renacimiento. Es así que, empapada de los ideales de este movimiento, la literatura italiana del S. XIV tornará sus ojos al hombre, celebrando la naturaleza y los placeres de la vida, forjándose en la península un estilo de desbordante erotismo. Impecables líneas en las que se festejará la voluptuosidad sin culpa; sensualidad de una inocencia semejante a la que gozarían Adán y Eva antes de su expulsión del Paraíso.

Siete siglos después, la idiosincrasia italiana seguirá la senda trazada por los Bocaccios y los Casanovas, y su arte celebrará la vida y la pasión y aún las adversidades con ánimo generoso. En esa línea, destacados directores como Pasolini, Monicelli, Visconti, De Sica y  Fellini –entre otros– representarán ante nosotros como truhanes y pícaras caerán –sin remordimiento alguno– en los designios del corazón y los sentidos, para luego habitar en los abismos tormentosos –pero por eso no menos deleitosos– del impulsivo y loco amor. Cercana a inolvidables films como Bocaccio70’ (1962), Casanova 70’ (1965), Ayer, hoy y mañana (1965),  Manual d’amore es una buena muestra de cómo ese espíritu desenfrenado aún hoy pervive en el imaginario cinematográfico italiano.

Así pues, frente a la hermética y dolorosa sensualidad a la que nos tiene acostumbrados el cine francés (…Y Dios creó a la mujer (1958), El último tango en París (1972), La profesora de piano (2001)); o frente al intenso erotismo español, angustiado hasta la médula por la culpa (Buñuel, Berlanga, Bigas Luna, Eloy de la Iglesia, Almodovar), nos sorprenderá la naturalidad y el gozo con que los personajes del cine italiano reciben, tanto los placeres de la carne como los males que les siguen. La –a estas alturas, típica- bonhomía y exquisitez italiana será, entonces, el mejor antídoto para cualquier triste suceso.

La cinta recrea –fiel a la obra de Bocaccio– un conjunto de historias que dan cuenta del amor en tres etapas de la vida: la juventud, la madurez y la tercera edad. En todas, los anti-héroes abandonarán cualquier escenario estable en aras de una pasión avasalladora. A la manera de los protagonistas de Los inútiles (1953) de Fellini, bribones desencantados se resistirán a darle cara a las contrariedades de la vida, celebrando al mismo tiempo aquel inocente erotismo, propio del primer encuentro con la mujer amada, como el –también  inocente– júbilo y desenfado infantil. Con contagiosa chispa e hilarantes ocurrencias, mujeres y hombres de toda edad, origen y circunstancia se abandonarán a los brazos del ángel juguetón de las flechas venenosas, para sucumbir –felices– al más doloroso de los destinos.  


Son dignas de reseñarse las hermosas vistas de la campiña toscana, serenísima región donde la naturaleza y una espléndida arquitectura medieval que emerge de ella, servirán de marco para la película. El sosegado deleite de los sentidos, pues, alcanzará correlato en las cuidadas tomas de la cinta. Asimismo, las espléndidas actuaciones de Carlo Verdone –célebre comediante italiano– y de los archiconocidos Robert de Niro y Mónica Belluci (cuya voluptuosa belleza fue expuesta con todas sus letras en la película) darán la nota de calidad al film. Altamente recomendable. 

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