La falsa crítica:
Elisium, de Neill Blomkamp
Neill
Blomkamp: Elisium. Media Rights Capital, TriStar Pictures. EEUU. 97 min. 2013.
Es el año 2154. La tierra está contaminada y sometida
a la sobrepoblación. Lo que actualmente conocemos como la costa este norteamericana
ha sido invadida por migrantes mexicanos y está compuesta por extensas favelas
controladas por mafias de latinos. Por otro lado, los antiguos habitantes de
los Estados Unidos han creado una estación espacial llamada “Elisium”, donde la
calidad de vida es tan alta que los habitantes han llegado a poseer una expectativa
de vida que linda con la eternidad. En este universo de tan fuertes contrastes
se reviven los temores que se ciernen sobre el gran país del norte: la
migración, la presión poblacionaria, la escasez de recursos.
Elisium
(2013) es pues una de aquellas pocas películas de Ciencia Ficción en donde el
peso de la realidad –y de la actualidad– se deja sentir e impregna todo su
contenido más allá de la fantasía futurista. Símiles muy bien planteados
pueblan la cinta: los balseros cubanos atravesarán ya no las peligrosas aguas
del pacífico, sino los confines siderales expuestos, esos sí, a los controles
migratorios de siempre, ahora planteados en clave tecnológica; el problema de
una sistema penitenciario y de salud colapsado, será retratado en la persona de
un autómata programado que atenderá –con la distancia de un robot- en las
ventanillas de los servicios públicos, una imagen que revela la hipocresía del
tratamiento burocrático actual, aquel que en su hermetismo nos muestra una
faceta francamente cruel. Estos sucesos, pues, más que a las odiseas del
espacio nos recordarán a los actuales torbellinos políticos que se ciernen
sobre la administración Obama. Elisium devendrá pues, más en una crónica que un
ejercicio de la imaginación.
Visualmente interesante, verosímil, entretenida,
Elisium se presenta como una de las películas más atractivas de la cartelera
local, en la segunda mitad del año. Las efectivas actuaciones de Matt Damon y
de Jodie Foster (conocida activista de izquierda) realzan la película y la llevan
a límites muy aceptables; de otro lado, el planteamiento de los escenarios será
lo más interesante en el film: las locaciones, el decorado y el vestuario serán
trabajados minuciosamente y conseguirán evocar con detalle lo que el guión
plantea. Sin embargo en este punto, el guión, es donde convendría detenernos un
poco más.
La estructura discursiva de la película es muy simple:
“debemos maximizar y ampliar el rango de las libertades y de los derechos que
se obtienen por el ejercicio de la ciudadanía”, viejo credo liberal. Sabemos
que bajo ese esquema la solución a los problemas es muy simple: dar más
derechos a más personas. Es en esa línea que se agrupan los nuevos grupos de
presión social: minorías sociales excluidas, grupos feministas, animalistas,
homosexuales. Sin embargo bajo este modelo, y tal como ocurre en el film, nunca
se cuestiona la estructura –productiva, ideológica, moral– de la sociedad, eso
no se discute a fin de cuentas. El dilema se reducirá a ampliar, simplemente,
el alcance de las prebendas, frente a los sectores que buscan reducir su
impacto a fin de salvaguardar su nivel de vida. ¿Replantear el sistema
extractivo?, eso no se menciona; ¿establecer arquetipos morales y de
convivencia?, ni hablar… ¿establecer un modelo de ciudadano, desde el punto de
vista integral?, nada de eso. Lo que importa es salvaguardar la “libertad”
(léase la oportunidad de hacer lo que a uno le da la gana con su conciencia),
ampliando la brecha de beneficios materiales que a uno le tocan por formar
parte de la sociedad. Esto es un cuento viejo, ya lo dijo Thomas Hobbes a
inicios del 1600.
En ese gran agujero discursivo radica el verdadero
discurso del film; éste busca legitimar un sistema productor de desigualdad en esencia, al plantear –sin fundamento
alguno, y sólo basándose en la posibilidad mítica- expandir los límites del
“bienestar” a las poblaciones vulnerables. ¿Cómo? eso no se menciona ni se debe
mencionar… allí radica la verdadera cuestión
del asunto. Elisium será, por tanto, una de las innumerables películas
norteamericanas que buscando criticar al sistema lo único que logran (deliberadamente
o no) es reforzar sus estructuras mediante un fabuloso aparato ideológico y de
propaganda como es el cine. En suma, hablamos de una cinta enteramente
conservadora, que esparciendo un vacía esperanza, propaga el último de los
grandes males cual Pandora moderna.