martes, 1 de noviembre de 2011

El fantasma de Velasco: Bolero de Noche

El fantasma de Velasco: Bolero de noche, Eduardo Mendoza.

Bolero de Noche: Eduardo Mendoza. La Soga Producciones. 2011. 90 min.

“Del Cooperativismo estatal a la mediocre cinematografía”, así debería intitularse este breve artículo, que pretende comentar –en cuanto sea posible– la última producción peruana estrenada en cines: “Bolero de Noche”.

La estridente movilización nacional que hemos presenciado esta última mitad del año –pletórica de “misturas”, “marcas Perú” y prematuros triunfos de la selección– ha hecho eco también en el terreno del cine peruano. Un cine que, apoyándose en el mérito de galardonadas películas, que irónicamente son producidas enteramente en el extranjero y cuyos directores estudiaron enteramente en aquel continente, ha sido considerado como en su mejor momento. Eso, y una avalancha de producciones mediocres –que amparadas en el número y no en la calidad– ha permitido que muchos críticos autorizados y entendidos en la materia hayan reclamado, una vez más, la consabida cuota nacional en las carteleras y una subvención más sustanciosa para las producciones nacionales. Estando que el fantasma del paternalismo recorre –esta vez– las salas de cine, y apañando una cinematografía que ha devenido de mediocre a intolerable, “Bolero de noche” se ha convertido en el último eslabón de esta ominosa cadena de minucias.

La pauperización del gusto nacional por el cine fue abordada de manera tangencial en el simpático coloquio con Francisco Lombardi, en el ámbito de la última Feria Internacional del Libro realizada en nuestra ciudad; evento en el que irónicamente se promocionó (con la consabida patería de siempre) la película en mención, no sin antes recitar el sonsonete que alude al desamparo de los sacrificados productores y directores nacionales. Sin embargo nadie puso el dedo en la llaga e hizo constar que la baja calidad de las últimas películas peruanas (a excepción de las que se realizan con producción extranjera) se debe a la complacencia de los realizadores al gusto de las grandes masas, las que ávidas del cuerpo de Vanessa Terkes trocarán por un capítulo de “Al fondo hay sitio” una pieza shakespeariana. Una vez más el juicio popular que opta a Barrabás en vez que Jesús, confirmará el viejo axioma: “la demanda afecta a la oferta” y por consecuencia sufriremos un cine que es un remedo de la peor televisión peruana, un cine que en comparación a las producciones de los 70’ y 80’ ha tocado suelo.

Siendo que –pese a los slogans de los amigos de la CONFIEP, Jaime de Althaus y cia.– el asunto no pasa por la plata, es vergonzoso que los realizadores peruanos echen la culpa a la falta de presupuesto y mendiguen ayudas estatales inmerecidas por su pésimo trabajo estético, sin reparar que en las inconsistencias conceptuales y puramente artísticas están sus yerros; aquellos que no se quieren ver por el fácil amoldarse a un gusto sin gusto, el peor gusto popular. Finalmente, si no he comentado en sí a “Bolero de Noche” es que no merece ser comentada”.

lunes, 12 de septiembre de 2011

Un gran suspiro (azul): Los Pitufos

Un gran suspiro (azul): Los Pitufos, Raja Gosnell

The Smurfs: Raja Gosnell. The Kerner Entertainment Company, Sony Pictures Animation. 2011. 102 min.


A pesar que en Europa y EEUU la asistencia a las salas 3D ha decaído tanto como la aprobación a la gestión edil, y ya que las modas en nuestro país parecen estar regidas por el calendario judicial, esta semana no hubo mejor opción que pasar –y de una vez por todas- por el espectáculo tridimensional con ocasión del estreno de Los Pitufos.

Siempre acosados por el -no tan- cruel y malvado Gargamel y su fiel compañero Azrrael, The Smurfs, recrea un capítulo más de la vida de los pequeños suspiritos azules. Contándose entre una de las tantas atracciones infantiles que atiborran la cartelera local, y fuera de introducirnos a algunos personajes más de la historieta y narrar algunos pasajes inexplicables en la vida de estos mágicos seres (tales como su origen mitológico belga, su enigmática conducta sexual y demás extraños hábitos azules), la película no brinda ningún interés y es ciertamente mala. Las representaciones de los personajes no-virtuales dejan mucho que desear. En el caso particular de Jayma Mays –la esposa de Patrick Harris en el film–, una actuación extremadamente infantil deja por default a Pitufina como una candidata al Premio Nobel de Física, consagrando así a la actriz de carne y hueso como un hermoso ejemplar de vegetal anaranjado.

La experiencia que cabe relatar en esta ocasión, tomando por excusa a Los Pitufos, es la visita a una sala 3D. Más allá de lo innovador o divertido que pueda ser someterse a una sesión 3D, resulta obvio que avocarse a este tipo de proyecciones implica restringir el cine a la ficción o el género infantil, pues es evidentemente inútil exponerse a los mareos que causan estos malabares visuales en un drama de buen temple; y es que nadie puede soportar asistir una vez por semana a los “Juegos Mecánicos”.

Más allá de esto, un sutil razonamiento permitirá concluir que la paupérrima cultura cinematográfica en nuestro continente se puede estancar completamente, incorporando de manera definitiva en nuestras mentes el paradigma que el cine es: “mero entretenimiento visual -esta vez funambulesco-, sin ninguna pretensión de trascendencia estética”.

(1/2I Palmas fraternales)

jueves, 16 de junio de 2011

Elefantes de color rosa: Agua para elefantes

Elefantes de Color Rosa: Agua para elefantes, de Francis Lawrence.

Francis Lawrence: Water for elephants, 3 Arts Entertainment, Dune Entertainment. 121 min. 2011.

Una monótona y dulzona trama es la que desarrolla la última cinta de Francis Lawrence; un film que nos presenta la historia de Jacob, un frustrado veterinario que luego de una tragedia personal se incorpora a un circo en plena década de la depresión. Muy distante de los clowns de Fellini y de los funámbulos de Jodorowski, Agua para elefantes, no sabrá aprovechar los peculiares personajes e historias que ocurren debajo de la gran carpa, ofreciéndonos una película ciertamente mediocre. Es rescatable más bien la escena en la cual August (Christoph Waltz) obliga a Marlena a representar el acto de infidelidad que cometió días atrás, aludiéndose así al concepto de perversidad definido por el psicoanálisis de orientación lacaniana como el acto por el cual se obliga a alguien un hecho previamente consentido por él y que –por ende– no podrá desacatar, lo que tornará la orden como doblemente obscena.

Siempre dentro del límite de lo aceptable, Agua para elefantes nos presenta locaciones, efectos especiales y una fotografía que no excederá el ámbito de lo convencional, mostrándonos un inocuo espectáculo. Mención aparte merece la participación de Robert Pattinson, quién aún en esta película no abandona aquel aspecto de no-muerto que le mereció buenas críticas en la cinta Crepúsculo (2008), interpretación que resulta absolutamente impertinente en esta oportunidad. Por su parte Reese Witherspoon –quizás bajo la influencia de su co-protagonista– desluce su parte en la cinta mediante una desabrida actuación que sólo podrá ser superada por su color de cabello. Resulta más bien remarcable la interpretación de Cristhoph Waltz, el nominado al Óscar por Bastardos sin gloria (2009), quien como nos viene acostumbrando personificará en esta oportunidad al malo de la película de manera ciertamente notable. Su participación, además de opacar la de sus colegas –al punto de hacerlas parecer amateurs al lente de la comparación– será lo único digno de considerar, (además de las piruetas de una bella paquiderma). En suma Agua para elefantes nos pintará mastodontes de color rosa, y aunque encandilará al más “fresa” de los espectadores, consideramos sólo es digna de una frambuesa[1].

(Iy ½ Palmas fraternales)


[1] Los premios Golden Raspberry, popularmente más conocidos como Razzies o Los Anti-Oscar fueron creados por el crítico y escritor de cine John Wilson en 1980, intentado complementar y criticar con un enfoque cómico los Premios de la Academia, premiando a los peores actores y actrices, guionistas, directores y películas de la industria cinematográfica estadounidense

lunes, 6 de junio de 2011

Dos caras de una misma moneda: Marat/Sade

Dos caras de una misma moneda: Marat/Sade, de Peter Brook

Peter Brook: Marat/Sade, Royal Shakespeare Company, Franco London Films. 115 min. 1966.


Muchos académicos señalan que el cine es el arte más completo por definición; por otro lado algunos puristas consideran que este se mantiene en desventaja –por al menos cientos de años– con respecto a las otras disciplinas artísticas, en especial con su primo hermano: el teatro. Sin embargo atinadas producciones como Marat/Sade sabrán conjugar en delicioso equilibrio estos dos géneros estéticos, derribando así inútiles fronteras en el ámbito de la expresión estética. La cinta nos muestra así una representación dentro de otra, elaboradas elipsis que harán referencias interminables a otros pasajes y situaciones, un firme haz de significados aparentemente contradictorios o incluso inconexos, bocetándose la faz misma de La Historia.

Como alude el título original de la obra, La persecución y el asesinato de Jean-Paul Marat como fue representado por los internos del manicomio de Charenton bajo la dirección del marqués de Sade nos sumerge en el período comprendido entre la Revolución Francesa y el Consulado Napoleónico, y mediante sus personajes más célebres nos hace partícipes de sus paradigmas –muchas veces contradictorios– y aspiraciones, aquellas que conforman la raíz misma de la modernidad y de lo que pretendemos aún hoy como colectividad. Desde el mismo margen de la sociedad tres posiciones doctrinarias se mantienen en permanente diálogo y debate, como un elaborado juego de voces en cualquier aria de opera. Marat enarbolará la voz más radical, hurgando entre los desechos de una carnicería –Francia en la época del terror– una sociedad en la que no impere más rey que la igualdad. Por su parte De Sade optará por una posición más incrédula y decadente, insistiendo en la inutilidad del programa revolucionario y en la desnaturalización del hombre como “hermoso animal libre” por su inserción a la fría maquinaria estatal. Finalmente Napoleón Bonaparte –que terciará el debate de manera tácita– responderá a la imagen de una sociedad cansada de los ideales más radicales y acomodada con el antiguo régimen siempre bajo un barniz revolucionario.

Esta metáfora del mundo moderno, y sus actuales inconsecuencias y desviaciones resulta simplemente magnífica. La representación, vestuario, escenario y guión se relacionan perfectamente entre sí, amén de ser dignos de una obra maestra. Imperdible.

domingo, 5 de junio de 2011

El dios porteño: Hombre mirando al sudeste

El dios porteño: Hombre mirando al sudeste, de Eliseo Subiela

Eliseo Subiela: Hombre mirando al sudeste, Cinequanon Pictures International, 105 min. 1986.



Una soberbia toma que nos pasea por entre los pasillos de un sanatorio mental, marca el inicio de la ópera prima del director de El lado oscuro del corazón, film dedicado ni más ni menos que a su padre. Estamos pues, en resumen, ante uno de los más tiernos documentos producidos bajo la influencia de teoría psicoanalítica y foucultiana.

En un psiquiátrico porteño hace su aparición Rantés, un enigmático personaje que, sin haber sido previamente internado, deambula por los pasillos del complejo médico para sorpresa de los doctores y enfermeras; sin embargo, uno ellos, el Dr. Dennis - quién traía a cuestas una exhausta y desesperanzada existencia - quedará cautivado por el perfecto, pero por eso no menos delirante, discurso del paciente.

En esta crítica al carácter autoritario de la psiquiatría, que en admirable analogía se compara constantemente al aparato represor policial[i], se incorporan otros ricos aspectos como son: la mística y la religión, el paradigma de la racionalidad y hasta la ciencia ficción. Mediante un complicado – pero no por eso tedioso – guión, se nos introduce constantemente en los grandes terrenos de la especulación sobre la condición humana.

La soberbia música de Pedro Aznar - a ratos delicada y a ratos angustiante – completa la buena factura de la obra; los solos de saxo y los fragmentos de magistrales obras clásicas acentúan el su carácter. Estamos ante una película con ricos detalles de escenografía, vestuario. Ante un filme que sobre todo posee una dedicada dirección y fotografía, que mediante una particular tonalidad cromática permite un ágil desarrollo. Asistimos ante una refinado trabajo, una cinta que con buena mano nos guiará por las profundidades de una década infausta, y que desde uno de los márgenes más sombríos de la sociedad, proyectará sus luces sobre aquel tiempo perdido.


[i] Recordemos que la cinta se rueda casi al inicio de la - precaria -vida democrática, recién reconquistada, por la Argentina.

El western brasilero: Dios y el diablo en la tierra del sol

El western brasileño: Dios y el diablo en la tierra del sol, de Glauber Rocha.

Glauber Rocha: Deus e o diabo na terra do sol, Copacabana Productions. 120 min. 1964.



El sertón, aquella vasta región semiárida ubicada en el nordeste del Brasil, caracterizada por una perenne sequía y un clima inclemente, es el escenario perfecto de una fauna humana de matices únicos. Aquel miserable entorno que niega el sustento a sus moradores, se constituye en la primera de las innumerables injusticias de las que se ve rodeado el sertanero. En el sertón, la violencia se integra al paisaje y hasta constituye un dialecto común, es por ello que en el nordeste brasilero el cruel señorío de los terratenientes y las embestidas de puñados de malhechores – llamados cangançeiros - que atraviesan vastas extensiones desiertas esperando situaciones propicias para la rapiña, engendran el atávico carácter del sertanero.

En este ambiente, en el que Glauber Rocha, tenaz renovador del cine latinoamericano, esbozaría su propia concepción cinematográfica, recogida en Una estética de la violencia, esbozando su obra dentro de los confines del sertão. Y es que aquel árido paisaje, (tan parecido al far west que daría lugar al más logrado género norteamericano: el Western) es profundamente rico en complejos personajes como en extraordinarias historias, como las que narran las andanzas de bizarros beatos, quienes en nombre de Nuestro Señor Jesucristo lideran huestes de bandidos contra la recién instaurada República.

Un particular tono es el que distingue a esta estupenda historia: la soberbia música del compositor Heitor Villa-Lobos dota de un halo bíblico y potencia la dimensión épica de la cinta. El manejo de la iluminación acentúa el desarrollo de las escenas, llegando a sobrecoger al espectador, especialmente cuando ante él se presentan asombrosos escenarios como verdaderas joyas de la fotografía. Los diálogos se presentan en el filme como una suerte de monólogos pronunciados en exaltados arrebatos. Los pequeños temas musicales que introducen cada capítulo del filme, y que se ejecutan a manera de un romance de gesta, imprimen también un carácter muy particular. Finalmente, gracias a la acertada disposición de los medios utilizados los componentes que conforman el filme se ensamblan magníficamente.

martes, 31 de mayo de 2011

La del pirata cojo: Piratas en el Caribe IV

La del pirata cojo: Piratas en el Caribe IV, Rob Marshall

Pirates of the Caribbean: on stranger tides: Rob Marshall. Walt Disney films. 2011. 137 min.


En estas semanas atravesaremos aguas peligrosas, siempre de la cómoda butaca del cine más cercano. La tercera cinta de la saga de Rob Marshall llega a la cartelera arequipeña de la mano de Jack Sparrow, el –a estas alturas– legendario pirata que encarna Johnny Deep. Con peculiar humor y singular estilo, el capitán de las fieras estocadas y delicado andar nos hará partícipes de fantásticas situaciones en tierra firme y altamar. Históricos personajes como el cruel corsario Barbanegra, Jorge rey de Inglaterra y el mítico defensor de la fe, Felipe II de España, serán metamorfoseados por obra de la ficción, haciendo aún más deliciosos aquellos detalles que los hicieron merecedores de un nombre en la historia.

Con un vestuario y decorado que –amén de elaborados– acentuaron el particular carácter de cada uno de los personajes y de la historia en sí, Piratas del Caribe, Navegando en aguas peligrosas nos transportará a paradisiacos parajes a bordo de fabulosos navíos de ensueño.

Los más vivaces sueños infantiles cobran vida en esta película, la que se cuenta entre las mejores producciones realizadas por Disney en la última década; una productora que ha venido sobrecargándonos con sofisticadas animaciones que apelaban más a las neuróticas vicisitudes de la vida cotidiana (división Pixar), que a la cándida y fructífera imaginación infantil, desarrollada en sus temáticas más tradicionales. En Navegando en aguas peligrosas como en los otros dos films de la serie, se devolverá la magia a un género que comenzaba a rayar en la monotonía. Así pues sabemos, gracias a esta cinta, que los piratas no son cosa de juego.

(IIIIPalmas fraternales)

domingo, 22 de mayo de 2011

Los ojos de Dios: Ágora

Los ojos de Dios: Ágora, Alejandro Amenabar

Agora: Alejandro Amenabar. Himenoptero, Telecinco cinema. 2010. 128 min.


La propaganda podrá convertirse en arte sólo cuando esta se reconozca como tal. Esta premisa se corrobora analizando algunas emblemáticas cintas como El nacimiento de una nación (1915) y Acorazado Potenkim (1924); films que sin disfrazar su sesgo político-ideológico se han convertido en verdaderas obras maestras al pretender comunicarnos su parcial visión del mundo mediante una estética de valor universal.

Por el contrario Agora es una de aquellas películas que pasarán sin pena ni gloria por la historia del cine, sin otro atributo que su carácter ridículamente pretensioso. Sus ánimos totalizantes tan divorciados de la perspectiva histórica sólo lograrán convencer al más ingenuo y escandalizar al letrado; todo bajo la agravante de una seudo-objetividad.

Justamente la trama de esta cinta radica entre la mítica lucha entre la “objetividad” científica y el “bárbaro oscurantismo” en que recae cualquier hereje de la religión positvista. Siendo así que bajo esta concepción simplista, disciplinas como el psicoanálisis, la ética, la filosofía y la poesía –aquellas que no endiosaron al frío guarismo y al vetusto método de verificación empírica–, serán consideradas como meras mitologías que representarán un lastre al saber humano. Es de esta manera que Ágora encarna aquella caricatura de la ciencia que pretende, entre otras cosas, que las disciplinas matemáticas y exactas se confundan –y hasta remplacen– postulados éticos y morales. Derrochando una cuidada escenografía y magnífico vestuario, esta cinta alcanza desnaturalizar personajes históricos en sus ánimos propagandísticos de índole anticlerical. La matemática Hypatía y San Cirilo de Alejandría se convertirán en grotescos personajes de folletín, y los alumnos de la academia del dios Serapis parecerán cualquier estudiante de un College progresista y experimental, y finalmente los paleocristianos parecerán más huelguistas del SUTEP que devotos y fervientes mártires.

Es de remarcar pues el exagerado ánimo antireligioso de esta cinta, que en boca de su director Alejandro Amenabar, “sólo pretendió evidenciar la intolerancia”; confirmándose así que el cine post-franquista español ofrecerá abordará –mayormente– dos grandes líneas temáticas: apología homosexual, furor anticlerical, y todas las combinaciones intermedias. Ya lo había dicho el viejo incrédulo de Émile Ciorán: “Cada pueblo traduce en el devenir y a su manera los atributos divinos; sin embargo el ardor de España permanece único. Si hubiera sido compartido por el resto del mundo, Dios estaría agotado, desprovisto y vacío de El mismo. Y para no desaparecer –por autodefensa– hace prosperar en sus países el ateísmo… Toda santidad es más o menos española: si Dios fuera Cíclope, España le serviría de ojo”.

(IIPalmas fraternales)

jueves, 28 de abril de 2011

Un film en búsqueda de identidad: Desconocido

Un film en búsqueda de identidad: Desconocido, Jaume Collet-Serra

Unkmown: Jaume Collet-Serra. Warner Bros. 2011. 110 min.


Martin Harris es un reconocido biotecnólogo norteamericano de visita en Berlín, quien luego de sufrir un accidente de tránsito descubre que su identidad le ha sido sustraída. Después de una serie de desventuras y persecuciones por las calles de la capital alemana encontrará la verdad sobre su propia vida al toparse con nuevos personajes, quienes de manera inusitada se convertirán en la razón misma de su existencia, debiendo así confrontar a sus fantasmas del pasado. Es así que bajo la apariencia de un thriller, Unkmown encierra una metáfora que alude a la búsqueda de la identidad y a la perenne reelaboración de la naturaleza de cada individuo.

Por otro lado Desconocido se nos muestra como una eficiente cinta de suspenso cuya trama, sin dejar de rayar en lo convencional, nos tendrá un buen rato pegado a la butaca. Liam Neeson (Martin Harris) nos ofrece una caracterización que, sin llegar a ser remarcable, es tan satisfactoria como las que el actor irlandés viene llevando a cabo. Resulta más bien destacable la actuación de Bruno Ganz, quien interpretando a un oficial retirado de la STASI logra construir un carácter que contrasta por sus detalles y profundidad psicológica con los demás personajes, que a pesar de sus diferentes roles resultan un calco y copia el uno del otro.

Película emocionante y divertida que sin embargo no logra convencernos completamente, quizás por poseer una deficiente dirección, nada acorde con el complicado –y quizás por ello sobresaliente– guión que articula la historia.

(III Palmas fraternales)

martes, 19 de abril de 2011

Ecce Filme: El rito.

Ecce filme: El rito, Mikael Hafstrom

The rite: Mikael Hafstrom. Contrafilm. 2011. 110 min.



Las posesiones diabólicas son y serán un tópico cinematográfico que afiebrará de cuando en cuando nuestras mentes, a la vez que insuflará aires de vigencia a la temática religiosa en el cine. De esta manera El Rito se nos presenta como un film que recrea de manera simbólica la decadencia de la Iglesia Católica en los tiempos modernos, al igual que sus predecesoras The Exorcist (1973) y Exorcismo (1974), pero quizás no con el mismo acierto. Usualmente estos filmes carecen de fundamento doctrinario, ya que explotando el lado más sensacionalista del fenómeno religioso y su liturgia, se deja de lado el trasfondo ético-moral que los inspira, desnaturalizándose así por completo el rito. Sin embargo este film hace honor a su nombre, y se presenta como una de las pocas cintas del género que está sujeta –en parte- a los dictados de la Iglesia; eso sí, sin sacrificar los necesarios giros y requiebros ficcionales. Así la última escena nos presenta una imagen plena de significado: Michael Kovak, el incrédulo exorcista, finalmente ejerce el ministerio de la confesión; sacramento que según la Tradición Apostólica es el verdadero azote del demonio.

Por otro lado, ya en términos cinematográficos, podemos afirmar que El Rito no es una película muy lograda. Frente a la iniciadora de la saga deja mucho que desear, en especial con respecto a los matices y tonos fotográficos, el tratamiento de las escenas y la música. La obra maestra de William Friedkim mantenía coherencia y uniformidad entre temática y forma, El Rito por su parte no lo logra, a pesar de pretender mantener la misma lógica. Quizás el desarrollo de la historia, un guión más ligero, sus secuencias en locaciones abiertas diluyen el ambiente opresivo que por momentos se quiere recrear, aquellas que nos traen a la memoria las logradas escenas de El Exorcista. No obstante lo dicho, y a pesar de sus errores formales, esta cinta es una de las mejores propuestas de los últimos meses.

Es remarcable la actuación de Anthony Hopkins en quien muchas veces recae todo el peso de la cinta. Las vistas de Roma son siempre placenteras a pesar de estereotipadas. Finalmente sólo queda recomendar al precavido lector, además de disfrutar este filme, portarse bien para evitar cualquier visita inesperada del demonio.

(III y ½ Palmas fraternales)

sábado, 26 de marzo de 2011

No hay nada nuevo bajo el sol: Rango

No hay nada nuevo bajo el sol: Rango, Gore Verbinski

Rango: Gore Verbinsky. GK Films, Blind Wink Produccions. 2011. 107 min.



Según Borges sólo existen dos historias únicamente originales: en la primera se relata la odisea de un hombre que regresa a casa luego de la guerra; la segunda da cuenta de un hombre que con una cruz a cuestas sube al Calvario. La literatura –y el cine– será pues, mera reactualización y digresión intertextual, llevada con mayor o menor acierto en cada uno de los casos. Rango, la película que nos toca comentar, se puede contar entre las primeras, pues en ella el director de la saga de Pirates of the Caribbean (2003) realiza un merecido homenaje al género más importante de la industria cinematográfica norteamericana: el Western.

La vieja –pero por ello no menos emocionante– trama del bandido que se pasa al lado de los buenos es la columna vertebral del film. En Rango, un simpático camaleón, hará las veces de Lee Van Cleef en Beyond the Law (1968), o Jack Palance en Companeros (1970). Con acertado humor y un atrapante ritmo digno de un encumbrado western, la cinta recrea insustituibles escenarios del género, para terminar con una magistral escena de duelo donde Rango, haciendo gala de su condición de animal de sangre fría, recreará memorables pasajes de The bad, the good and the ugly (1966), ciñéndose al ristre el viejo poncho de Clint Easwood

Es así que Rango cumple las expectativa de grandes y chicos, de ávidos cultores del género del desierto y de aquellos que nada tienen que ver con las películas de vaqueros. Nos divierte sin apartarse de verdadero su objetivo, hacernos recordar con nostalgia célebres pasajes del western haciendo evidente lo sólido y encantador que representa ese tipo de cine. En suma este film nos enseña que para un camaleón, “no hay nada nuevo bajo el inclemente sol del viejo oeste”.

(III Palmas fraternales)

viernes, 11 de marzo de 2011

El (des)amor de siempre: Amigos con derechos

El (des)amor de siempre: Amigos con derechos, Ivan Reitman

No strings attached: Ivan Reitman. Montecito Picture Company. 2011. 108 min.



Amigos con derechos posee todos los ingredientes de una comedia romántica: situaciones jocosas y a la vez tiernas, un desamor con visos de solución y un par de guapos protagonistas. La identificación –por más falaz que sea– será entonces inmediata, y en terrenos del amor (donde todo lugar es común) cualquier escena nos parecerá familiar. Si el film cumplió su objetivo estaremos una vez más –por esas cosas del espejo empañado– cortejando a Natalie Portman o dejándonos seducir por Ashton Kutcher según sea el caso.

De esta película, a pesar de ser una cinta producida en masa, podemos rescatar algunos rasgos que quizás valgan la pena resaltar. A diferencia de Just Friends (2005), 500 Days of summer (2009) y Friends with benefits (2011), este film posee de antemano dos aciertos: un guión tan simple y predecible que resulta honesto y por lo tanto menos pretensioso; un guión que acentúa, a fuerza de obviedad, la mecánica de la identificación y lugar común, espina dorsal de este tipo de películas. El segundo acierto reside en ajustarse eficazmente a las circunstancias en el que se desenvuelve el influjo de eros actualmente –frágiles relaciones, conexiones “líquidas” y aversión al compromiso–. Estas coyunturales características son abordadas por la película con cierto vigor y acierto, pero sin desnaturalizar los clichés y el final feliz. La actuación de Natalie Portman resulta también remarcable. Su dulce sensualidad resulta, a primera vista, aquel componente que puede hacer de este film algo trascendente. Por su parte Ashton Kutcher sin desligarse de su habitual caracterización –ligera y predecible– permitió imprimir a su personaje un carácter adecuado para la película; actuación que muchas veces cobró –insólita– relevancia para el buen transcurrir de la misma.

Finalmente y para terminar señalamos que, cuando las cuentas son claras, y el film que se nos ofrece discurrirá ante nuestros ojos tal y como esperamos, más allá de aburrirnos, disfrutaremos del viejo y esquivo amor recorriendo seguros los rincones del lugar común.

(Iy ½ Palmas fraternales)

martes, 1 de marzo de 2011

Menos es más: El discurso del rey.

Menos es más: El discurso del rey, Tom Hooper

The king’s speech: Tom Hooper. UK Film Council, The weinstein Co. 2010. 118 min.



La ganadora del Oscar, The King’s speech, está en cartelera. Tom Hooper nos ofrece en esta oportunidad un esmerado trabajo que se traduce en un film que, apoyándose en una magnífica interpretación, retrata las desventuras del Rey Jorge VI, el monarca inglés que condujo a su pueblo durante la Segunda Guerra Mundial sobreponiéndose a sus propias dificultades en el habla. Por contrario de su más cercana competidora en El Oscar –Black swan- este filme se presenta como una cinta sencilla, pero que gracias a trabajadas secuencias y un buen ritmo nos adentra en una historia que posee la justa cuota de dramatismo y poesía. Así pues, según la sobriedad inglesa, menos es más.

El doloroso transe sufrido por Inglaterra y sus colonias a propósito del mayor conflicto bélico acaecido hasta la fecha, es abordado desde la perspectiva intimista en esta obra. Así también, la dimensión humana será reforzada por una adecuada fotografía (resaltan aquellas tomas en las que el aún príncipe Alberto se presenta a la multitud, haciendo explícito el contraste entre el hombre y la figura, tópico que atravesará todo el filme) un delicioso uso del color y sus matices, y una pertinente escenografía y vestuario.

El drama de toda una nación se representa, además, en preciso contrapunto con las particulares relaciones entre la aristocracia y el Common man, las peculiaridades dela idiosincrasia británica y, finalmente, con las fricciones existentes entre tradición y modernidad en el Imperio. El desenlace es sin embargo feliz: aferrándose a sus costumbres y abriéndose prudentemente a los adelantos tecnológicos y nuevas perspectivas, Inglaterra, su pueblo y su rey permanecen unidos. The King’s Speech es una cinta que de alguna manera responde a los panfletos sensibleros que, últimamente, se han rodado sobre la monarquía -como el caso de The Young Victoria (2009)- que desde los Estados Unidos reproducen versiones edulcoradas sobre la realeza y sus deberes.

(IIII y ½ Palmas fraternales)

sábado, 19 de febrero de 2011

Alegoría de la alegoría: El cisne negro.

Alegoría de la alegoría: El cisne negro, Darren Aronofski

Black Swan: Darren Aronofsky. Phoenix pictures, Protozoa pictures. 2010. 108 min.



El arte descansa en la lógica de la representación. Representación del mundo material y del supra-real: representación del mundo de las ideas, del ámbito subjetivo y muchas veces en la representación del propio arte. Reelaborar es –entonces– crear a pesar que todo ya está creado. Es dentro de estas pautas que se nos ofrece Black swan, cinta que reactualiza El lago de los cisnes, la pieza distintiva de la danza clásica. Recreada desde coordenadas contemporáneas, las ansiedades y tragedias de los personajes de la obra –otrora imbuidas de romanticismo–encuentran en el film un registro acorde a las exigencias del mundo actual, sin sacrificar aquel lirismo que empapa la obra de Tchaikovsky.

Enfrascados en un mundo hermético y competitivo, los dilemas existenciales de los personajes del ballet se desplazan a espacios cerrados y hostiles, fielmente retratados por Aronofsky, en los que destacan la habitación de Nina, recinto profiláctico e infantil donde retumbaba con sordina la tensión sexual. Esta imagen, exquisitamente interpretada por Natalie Portman, encuentra su correlato con la enfermiza dedicación en el trabajo representada por ella, y que alude directamente a la cultura de competencia que inspira al mundo contemporáneo –y en especial al anglosajón–. Perfeccionismo que –como la inocencia- será también desbordado, irradiándose irremediablemente sensualidad y desenfreno propio de la ambición.

De esta manera corroboramos cómo, luego de abandonarse el ideal de la pureza propio del catolicismo (aquel que acarrearía desde el S.XIX un ejercicio velado de la sexualidad de manera desbordada), se dio paso al ideal de “la santificación por el trabajo” tan característico de la lógica protestante. Paradigma religioso que, denunciando “la fascinación por la carne que poseían los católicos”, procuró alabar a Dios mediante el éxito y la fructificación de la tierra. Black swan, de esta manera, conjugará los dos “excesos” del mundo contemporáneo; los que, por otro lado, estarán puntualmente personificados por el cisne negro/cisne negro, personaje dual que –como diría Zizek- representará el “resto oscuro que nos define plenamente”.

Sin embargo el arte, con su mecánica de la representación y la recontextualización constante de la realidad, permitirá redimir el “desborde” de las ansiedades modernas. Tal como en el ballet, el lírico desenlace transfigurará a Nina, conjugándose así dos planos antagónicos: el ideal de la perfección y el impulso del desequilibrio. La muerte artística, figura por excelencia que equipara ambos ámbitos, será también alegorizada en Black swan. La muerte representada en el ballet, desdoblada en la representada en el film, y que a la vez aludirá a la muerte real, reactualizará el máximo ideal estético; rebatiéndose así, una vez más la tesis de Derrida sobre su la diferencia entre la muerte real y la artística.

El ya reconocido director de Pi (1998) nos regala, bajo estas premisas, una bella aproximación –y reactualización– del paradigma artístico y de la mecánica que lo impulsa íntimamente. El sistema de extensas y subdivididas metáforas creará una exquisita estructura alegórica, que cual juego de espejos cóncavos y convexos reelaboran en toda su dimensión las imágenes que nos son veladas, como la de nuestro propio rostro.

(IIII Palmas fraternales)

lunes, 24 de enero de 2011

La palabra en la penumbra: El escritor oculto.

La palabra en la penumbra: El escritor oculto, Roman Polanski

The ghost writer: Roman Polanski. Summit International, R.P. Films. 2010. 128 min.



Polanski continúa sorprendiéndonos con sus filmes, narrando esta vez la historia de un escritor que –como él– vive a la sombra. Basado en el libro de Robert Harris, The ghost writer alude a un escritor, quien contratado por alguien que quiere redactar su autobiografía, precisa de un profesional para mejorar su prosa y encaminar el libro. Es así que, mediante un magnífico juego de palabras, Ewan Macgregor se convierte en el fantasma de Adam Lang (Pierce Brosnan), ex Primer Ministro británico, acusado de crímenes de lesa humanidad en el contexto de la guerra contra el terrorismo.

Además de su clara vocación de denuncia (las similitudes con Blair son evidentes), asistimos a la proyección de un film que se presenta como un gran acierto formal. La gama de colores fríos que maneja la fotografía, el escenario, y los geométricos volúmenes de la construcción donde se desarrolla la película, marcan una primera distancia entre espectador y trama, la misma que existe entre nosotros –simples mortales– y los círculos de poder político; distancia que se diluirá peligrosamente mientras acompañamos al fantasma. Resaltamos, también, el particular ritmo con el que Polanski desarrolla la trama; aquel que in crescendo permite que los personajes vayan develándose progresivamente, involucrándonos con sus particulares caracteres. Las locaciones –las mismas que utiliza en Cul-de-sac (1966)– por su parte, enfatizan la aparente austeridad narrativa del film, y dotan de un apropiado ambiente para una intriga política que posee la necesaria dosis de suspenso y acción.

La teoría de la conspiración y la descripción de las altas esferas políticas y económicas es moneda corriente en el cine actual, sin embargo cómo Polanski presenta a estas en The ghost writer es particular. El colofón democrático que normalmente acompaña a estos filmes (JFK, 1991; The good shepard, 2006), que muestra como –finalmente– los ciudadanos comunes y corrientes podrán introducirse en las altas esferas de poder y las desarticularán tarde o temprano para provecho del sistema político, es inexistente en la película. El final es triste, justo y necesario, deo gratia.

En la soledad del poder una voz clama –nuevamente– “mi reino por un caballo”, pero esta vez para sustraerse del anodino juego de dominación que implica la política, y regocijarse contemplando un soberbio animal.

(IIII Palmas fraternales)

domingo, 16 de enero de 2011

Amor Líquido: Loco por ella

Amor líquido: Loco por ella, Will Speck

The switch: Josh Gordon y Will Speck. Bona Fide Productions. 2010. 101 min.


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Kassie (Jennifer Aniston) resuelve que es tiempo de tener un hijo a pesar de no contar con pareja. Liberada de toda imposición “natural y machista” apela a la tecnología para inseminarse artificialmente, y así, en su afán de completar puntualmente el schedule que ha hecho de su vida, hace cómplice de la –penosa– farsa a su mejor amigo Wally (Jason Bateman), un neurótico analista de finanzas quien a su vez es incapaz de expresar el amor que siente por ella. Finalmente la cinta encuentra su nudo cuando este, en el colmo de la frustración, reemplaza con su semen al que estaba destinado a convertirse en materia prima de maternidad. De esta siniestra manera el amor se torna en líquido.

Mas allá de la película en sí, que –como ya habrá advertido el lector- constituye una de las más deficientes muestras del empalagoso genero conocido por todos como comedia romántica, quisiera detenerme en un concepto que –de forma muy deportiva- se posaba en los labios de los protagonistas: conexión amorosa. Tal como lo señala el filosofo polaco Zigmunt Bauman en su libro Amor Líquido (2003) la noción de relación amorosa (e incluso el mismo término) ha sido relegado por el de conexión. Este alude a que el frenético ritmo de consumo/producción de la sociedad de mercado ha degenerado nuestros vínculos personales al tratar al otro, ya sea amante o prójimo, como una mercancía más de la que puedes desprenderte, desechar, desconectar con cierta facilidad. «Vivir juntos –por ejemplo—adquiere el atractivo del que carecen los vínculos de afinidad. Sus intenciones son modestas, no se hacen promesas, y las declaraciones, cuando existen, no son solemnes, ni están acompañadas por música de cuerda ni manos enlazadas. Casi nunca hay una congregación como testigo y tampoco ningún plenipotenciario del cielo para consagrar la unión. Uno pide menos, se conforma con menos y, por lo tanto, hay una hipoteca menor para pagar, y el plazo del pago es menos desalentador»[1]. La relación amorosa se acaba al hacer un click en el skype, convirtiéndose así en frágil conexión.

Finalmente rescatamos la actuación de Jeff Goldblum quien, en medio de soporíferos clichés, logró más de una vez arrancarnos una sonrisa. Y con una frase de Bauman, tan obvia que es necesario repetirla hasta al cansancio, concluimos: «Antes… antes se amaba mucho mejor».

(I Palmas fraternales)



[1] BAUMAN, Zygmunt. (2005) Amor líquido. Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Fondo de Cultura Económica, Madrid. P. 48