domingo, 19 de diciembre de 2010

Confesiones íntimas: La teta asustada.

Confesiones íntimas: La teta asustada.

Claudia Llosa: Oberon Cinematográfica, Wanda Visión y Vela Producciones. 103 min. 2009.


Para Felipillo Lugo,

y Mario Raúl y su “Elsa”.

Luego de un breve interregno en la Capital de la República del Puré, donde, además de fungir como Funcionario Público - sin funciones –, aproveché del centralismo para ver las películas de estreno un par de meses antes que en Arequipa. En una Sala de Proyecciones frente al mar y gozando de la compañía de nuevos amigos – a quienes están dedicadas estas breves líneas – es que pude disfrutar de la ganadora del León de Oro: La Teta Asustada.

La crítica, con respecto al filme, ha sido unánime: afirma que es un buena cinta. La sorpresa radica en el importante galardón recibido – otorgado también a Pasolini, Vittorio da Sica, Bergman, Godard y Antonioni entre otros - , y es que sin quitar méritos a la película, La Berlinade tiene para el imaginario de cualquier cinéfilo un renombre que está por encima de cualquier otro festival.

Comencemos, pues, reconociendo la enorme calidad visual de una película que, derrochando colores y preciosos tonos integrados magistralmente con la – también colorida – banda sonora, nos hace parte de su hilarante fábula; una trabajo que nos demuestra como – una vez más – nuestra peculiar identidad y agudas diferencias pueden ser materia prima para una obra exuberante.

La objeción más frecuente – ya en un sentido menos técnico – que se ha hecho a La teta asustada, consiste justamente en presentar la realidad peruana de una manera demasiado “real” para el gusto de muchos. “¿Por qué tiene que poner las cosas malas del Perú?” fue el reiterado comentario que escuchaba a la salida del cine, en las dos ocasiones que vi la cinta.

Sorprendentemente, a los descarnados filmes del Grupo Chaski, Pancho Lombardi y Chicho Durant, - aquellos que con un realista, y también satisfactorio, estilo cinematográfico elevaron a una categoría estética al sórdido y violento mundo en que estaba inmerso el Perú en la década de los 70’ y 80’, no les cupo el ingenuo sambenito de actuar como “mala propaganda para el país”. Sin embargo, La Teta Asustada, - filme donde lo estrambótico, lo fantasioso y, en suma, la ficción aparece como una constante- por gozar de una difusión inusitada para cualquier producción nacional tiene que lidiar con el terrible hecho de ser “representativa” para el Perú.

Esto último evidencia como el trabajo estético, consistente en el acertado uso de todos los recursos técnicos puestos al servicio de la particular interpretación del director – interpretación que no tiene que fungir como un insípido espejo de la realidad – es más eficaz para describir las tensiones y diferencias de la sociedad – peruana en este caso -, mediante el uso de metáforas o hipérboles que permitan magnificar los pintorescos rasgos de nuestra idiosincrasia. Es entonces que, debiendo lealtad – únicamente - a nuestro singular y arbitrario criterio, es que podemos construir una obra más verídica y ajustada con la realidad que cualquier adefesio objetivista.

Sin embargo este proceso de subjetivización de la realidad sólo es admisible mediante la perfección formal, es decir gracias a los detalles que permitan persuadir al espectador. Hacer perfecta nuestra particular visión es poder compartirla con los demás, esto es universalizarla y hacerla arte. Sobre el particular podemos señalar, como ejemplo, a la ópera prima de Claudia Llosa, Madeinusa (2005), que en boca de diversos críticos – y a pesar de su evidente calidad visual – carecía de verosimilitud y hasta fue considerada como una cinta racista; sin embargo, podemos decir que fueron los errores formales en la construcción de los personajes – sobre todo el que representa al viajero capitalino – y las fallas con respecto a la consecución de la historia, los que restaron valor artístico a la obra, y por ende verosimilitud con respecto a su enfoque.

La teta asustada, es un ejemplar modelo de dedicación, cuidadoso uso del recurso técnico e intensa búsqueda de una voz, que logre persuadir más allá de lo válido o no de su discurso, una voz que nos provoque fuertes y felices emociones. A pesar de no estar ensambladas perfectamente – percibiendo a veces como la línea de la historia se descontinúa en diversos episodios de la película -, las diferentes historias y anécdotas del film son cautivantes y su interpretación de las más cálidas que se han visto en la historia del cine peruano.

(IIIIPalmas fraternales)

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